Alrededor del jardín había un seto de avellanos, y al otro lado del seto se extendían los campos y praderas donde pastaban los caballos y las vacas. En el centro del jardín crecía orgulloso un rosal todo lleno de flores. A su abrigo vivía un caracol que llevaba todo un mundo dentro de su caparazón, pues se llevaba a sí mismo.
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